Mi casa

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© Héctor Garrido

lunes, 29 de diciembre de 2014

ARAÑAS CARNÍVORAS

Ahora todos tenemos una vida más larga. En Cuba, como promedio, los hombres llegan a 75 años y las mujeres a 78. Es una tendencia mundial. El problema viene, supongo, al rebasar los 80. Ya el cuerpo y el espíritu están muy machacados a esa edad. Y a veces suceden cosas terribles. Acabo de leer que aquella sueca fabulosa de La dolce vita, Anita Ekberg, vivía en las afueras de Roma en una casa a punto de venirse abajo. Ella, sin recursos, fue declarada en estado de indigencia e internada desde 2011 en un asilo de ancianos. Natural de Malmo, Suecia, quedó finalista en 1951  en el concurso Miss Universo. Participó en algunas películas hasta caracterizar a la liberal Sylvia, en La dolce vita, de Fellini, película que más que un clásico es todo un mito del cine. Su escena nocturna en la Fontana de Trevi es uno de los iconos visuales del siglo XX. Ahora la sueca acaba de cumplir 83 años, en un asilo. Nunca llegó a ser una actriz de primera línea. Vieja, pobre, fea y perdedora. No encontrarán su historia en ninguna revista. Sólo los triunfadores salen en las revistas, sonrientes. Gay Talesse siempre repite ese axioma. Y es cierto.
Un caso muy diferente el de Henry Miller. En los últimos años de su vida escribió 1500 cartas de amor y erotismo a una señora avispada y lista llamada Brenda Venus. Una de esas jóvenes escaladoras que persiguen a los viejos famosos, les mandan fotos de ellas desnudas. Si el anciano prefiere el vello púbico, usan una peluca. Hacen lo que sea hasta volver loco al anciano en cuestión para utilizarlo a su antojo. Este tipo de personajillos siempre cuentan con un punto débil del artista: el ego desmesurado. Esos son víctimas fáciles. Si son más humildes y serenos y no se creen Supermán es difícil que caigan en las redes de estas arañas carnívoras.
El libro con esas cartas lo tengo aquí: Querida Brenda. Las cartas de amor de Henry Miller a Brenda Venus. Seix Barral, Barcelona, 1986. La primera carta de HM es de 9 de junio 1976 y la última de 29 de septiembre 1980. Él tenía 89 años y falleció poco después, ese mismo año.
Esta buena señora lo hace quedar en ridículo publicando los ataquillos de celos y las ingenuidades de un pobre anciano inválido pero perdidamente enamorado de una mujer joven e implacable en sus propósitos. Por suerte para el lector, en medio de continuos lamentos por erecciones imposibles, sueños eróticos, caidas casi mortales en el baño, insomnios, estreñimiento y otros lamentos sobre achaques propios de la edad, HM intercala algunas perlas que alientan a seguir leyendo, como esta nota en respuesta a una petición de Brenda que quiere aprender a escribir. HM responde: "Me temo que nadie puede ayudar, excepto uno mismo. Lo primero de todo es aprender a leer correctamente... El arte es algo cotidiano. Es una forma de mirar la vida, la gente, las circunstancias. Ver lo mismo que todos, pero más. Ver lo que tú mismo pones". Según se desprende claramente de algunas cartas, la señora Venus lo que más anhelaba no era darle besitos a un viejo de 89  años, convertido en una ruina total, sino obtener los derechos de dos de sus libros para producir dos películas. Utilizó todas las conexiones de HM, desde Francois Truffaut en adelante. Creo que no pudo hacer nada porque HM murió antes de que ella lograra sus propósitos.
De todos modos, ese romance tardío de HM no es excepcional. Conozco muchos casos en Centro Habana de señoras ya muy ancianas perdidamente enamoradas de jovencitos que las explotan sin compasión. Así que no pasa nada. El mundo para que sea mundo debe tener de todo, decía mi abuela.

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