Mi casa

Mi casa
© Héctor Garrido

martes, 29 de abril de 2014

ESCRITORES ENFADADOS

Los escritores están enfadados. Y  los editores asustados. Los tiempos cambian. De golpe. Repentinamente. Por un lado la crisis económica hace que la gente compre menos libros, como es lógico. Y ya llevamos unos cuantos años así. Las cifras caen vertiginosamente de año en año. Y por otro lado el libro electrónico se extiende y aumenta sus ventas cada año.  Y por si fuera poco, hay un tercer factor: la piratería. Ahora en España aprueban una ley contra la piratería en internet. Ya sabemos que es una tontería. Muy loable. Se agradece. Pero hay miles de formas de  encubrirse en internet para piratear y que nadie te agarre. Los jóvenes quiero decir, saben cómo hacerlo. Las personas mayores somos en general -no todos-  un poquito más torpes. Y nos quedamos un poco confundidos ante este lío.

Así que esa es la situación, un triángulo: menos dinero circulando, ebooks, piratería. Javier Marías, por ejemplo, en su columna del pasado 27 de abril en El País Semanal, se quejaba amargamente y  con enfado evidente: "No es sólo que los autores anden preocupados y deprimidos, al ver como sus nuevas novelas se venden infinitamente menos que las anteriores... Tengo la sensación de que nos vamos adentrando en una de esas épocas en las que se tiende a juzgar superfluo cuanto no trae provecho inmediato y tangible. Una época de elementalidad, en la que toda complejidad, toda indagación y toda  agudeza del espíritu les parecen, a los políticos, de sobra o aún que estorban... Son tiempos en que todo lo artístico y especulativo se considera prescindible".

Sí, querido Javier, te has demorado un poquito en comprender que el espíritu de la época es mercantil.  Asquerosamente mercantil. Hace ya unos añitos que quedó atrás aquella etapa de experimentación, búsqueda, indagación, atrevimiento, que creo comenzó en los años 60 y 70. Escritores arriesgados, editores impetuosos y con cojones, lectores ávidos por leer algo diferente, críticos atrevidos. Era un ambiente general muy creativo. Ahora prolifera la censura.  Desde hace unos años la censura no la ejercen solo los dictadores (donde hay dictadores, que todavía quedan unos cuantos)  sino las editoriales.  La censura la ejercen los grandes grupos editoriales y hasta las medianas, las que fueron refugio de los escritores más transgresores. Los que se meten sin miedo en las zonas más oscuras y  corrosivas ¡No! Hay que ser correcto políticamente. Es sencillo: no publican cualquier libro que huela un poquito a sexo, a machismo, a  lenguaje incorrecto, a gente loca.  Se dedican a buscar y publicar entretenimiento. Algo fácil y simple. Todo lo que se pueda vender aunque  ayude  a estupidizar  más a los lectores. Pero que se venda.

Dudo mucho que por ejemplo si Cortázar fuera ahora un joven con "Rayuela" bajo el brazo, encontrara una editorial. No. Estoy seguro que ni le contestarían. No es que le aconsejarían quitarle unas cuantas páginas a su novela  y "simplificarla".  No. Es que  la tirarían directamente a la papelera. Sólo hay que  dar un vistazo a los principales suplementos culturales semanales españoles: ¡No saben qué publicar! Están aburridísimos porque no se publican buenos libros o, mejor dicho, se publican muy pocos. Así que los redactores tienen poco que hacer.  Creo que no hay  que ser muy imaginativo para comprender que con unos cuantos años así los lectores cada vez tendrán menos libros que leer.  Quiero decir los lectores de verdad. Que integran una masa enorme. No crean que son cuatro gatos.

Siempre existirán los borregos perfectos: fútbol, política, revistas del corazón, y si leen algo se limitan a los novelones folletinescos. Pero esa enorme masa de lectores de verdad, con criterios propios, con ideas, con deseos de  comprender a fondo y desprejuiciadamente lo que sucede a su alrededor, irá descendiendo poco a poco. Y habrá más robots. Perdonen por terminar con una nota pesimista, pero ya estoy enfadado yo también

No hay comentarios:

Publicar un comentario